sábado, 6 de septiembre de 2008

LA COLIFATA

“La diferencia entre un loco y un piantado está en que el loco tiende a creerse cuerdo mientras que el piantado, sin reflexionar sistemáticamente en la cosa, siente que los cuerdos son demasiado almácigo simétrico y reloj suizo, el dos después del uno y antes del tres, con lo cual sin abrir juicio, porque un piantado no es nunca un bien pensante o una buena conciencia o un juez de turno, ese sujeto continúa su camino por abajo de la vereda y más bien a contrapelo, y así sucede que mientras todo el mundo frena el auto cuando ve la luz roja, él aprieta el acelerador y Dios te libre.”
(Julio Cortázar, “Del gesto que consiste en ponerse el dedo índice en la sien y moverlo como quien atornilla y destornilla.”)

LT22 Radio La Colifata es una emisora radial de frecuencia modulada argentina, que transmite en la frecuencia de 100.1 MHz en Buenos Aires. Debe su nombre (del lunfardo colifato, "loco querible") a la peculiaridad de ser una radio pionera en el mundo conducida por pacientes psiquiátricos. Iniciada en septiembre de 1991, por iniciativa del psiquiatra Alfredo Olivera y como parte de la terapia de recuperación para pacientes del Hospital Neuropsiquiátrico Dr. José T. Borda, la intención original del programa era dotar a pacientes fuertemente medicalizados y privados de un espacio de autonomía, y facilitarles herramientas para recuperar la iniciativa necesaria para su reinserción a la salida del internamiento. Olivera buscaba reconstruir el uso del lenguaje (...) cuya pérdida es uno de los elementos asociados a las psicosis, así como modificar la idea de que los internos psiquiátricos son gente peligrosa (...) y mejorar la comprensión del problema de la demencia. En su formato original, las conversaciones con los internos se transmitían como una columna especializada en la FM comunitaria S.O.S. de San Andrés, provincia de Buenos Aires; Olivera dirigía las sesiones de grabación, en las que cada interno tomaba un dictáfono (o grabador de cinta portatil) y hablaba libremente de lo que quisiera comunicar. Luego eran editados de mantera artesanal en un sistema DOBLE CASETTERA en forma de micro-programas de hasta 2 minutos de duracion. Los resúmenes de las grabaciones convocaron una amplia audiencia, lo que posibilitaría que varios años más tarde se reuniera el equipo necesario para transmitir desde el mismo Hospital Borda, donde hoy se encuentra la emisora. Las transmisiones directas desde el Borda se realizan los días sábado, entre las 14:30 y las 18:30 horas. Debido al limitado alcance del equipo, sólo el porteño barrio de Barracas recibe directamente la señal, pero las cuatro horas de programación se retransmiten (en formato de microprogramas que no duran más de 2 o 3 minutos) durante la semana en varias otras emisoras argentinas, uruguayas y mexicanas. También se pueden realizar visitas los días de transmision en la calle Ramón Carrillo 375.
(
http://www.manuchao.net/manuchao/la-colifata/index.php)

"El espejo:
Solea el sol y se lleva los restos de sombra que ha dejado la noche. Los carros de caballos recogen, puerta por puerta, la basura. En el aire tiende la araña sus hilos de baba. El tornillo camina las calles de Melo. En el pueblo lo tienen por loco. El lleva un espejo en la mano y se mira con el ceño fruncido. No quita los ojos del espejo. - ¿Qué haces, Tornillo? -Aquí- dice-. Controlando al enemigo"
(Eduardo Galeano, “Las palabras andantes”)

LINKS:
sitio oficial:
http://www.lacolifata.org
www.manuchao.net/manuchao/la-colifata/index.php

"Me preguntáis como me volví loco. Así sucedió: Un día, mucho antes de que nacieran los dioses, desperté de un profundo sueño y descubrí que me habían robado todas mis máscaras -si; las siete máscaras que yo mismo me había confeccionado, y que llevé en siete vidas distintas-; corrí sin máscara por las calles atestadas de gente, gritando: -¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Malditos ladrones!
Hombres y mujeres se reían de mí, y al verme, varias personas, llenas de espanto, corrieron a refugiarse en sus casas. Y cuando llegué a la plaza del mercado, un joven, de pie en la azotea de su casa, señalándome gritó: -Miren! ¡Es un loco!
Alcé la cabeza para ver quién gritaba, y por vez primera el sol besó mi desnudo rostro, y mi alma se inflamó de amor al sol, y ya no quise tener máscaras. Y como si fuera presa de un trance, grité: -¡Benditos! ¡Benditos sean los ladrones que me robaron mis máscaras!
Así fue que me convertí en un loco. Y en mi locura he hallado libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro ser. Pero no dejéis que me enorgullezca demasiado de mi seguridad; ni siquiera el ladrón encarcelado está a salvo de otro ladrón."
(Khalil Gibrán, “El Loco”)

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